A finales del siglo XIX, existía un gran interés por las aplicaciones de la electricidad, más allá de las escuelas técnicas y las universidades. Los “electricistas prácticos” ( obreros y trabajadores empleados en fábricas y talleres, e incluso usuarios particulares), que no habían seguido estudios de ingeniería, tenían que formarse en este ámbito. Con este propósito surgen colecciones como la Pequeña enciclopedia electro-mecánica (1896-1897) compuesta por 12 volúmenes, dirigida por Henry Graffigny, de la editorial Bailly-Baillière e Hijos.
Es una colección de marcado carácter divulgativo, que disfrutó de una extraordinaria acogida y contribuyó a la popularización de la electrotenia. Entre las razones de su éxito están el módico precio de sus volúmenes, su fácil manejo, la sencilla pero cuidada edición que se manifiesta tanto en la cantidad como en la calidad de los grabados.