La popularidad de los superhéroes estadounidenses hace que algunas librerías especializadas, ya a finales de la década de 1980, empiecen a importar cómics originales desde Estados Unidos. Además, esos cómics suelen traer ofertas para suscribirse durante un año a diversas series.
Pese a la dificultad del idioma, las ventajas son múltiples: se disfruta del texto original y no de una traducción (que a veces es incapaz de reproducir ciertos juegos de palabras y referencias), se va por adelantado con respecto a la publicación española (que solía tener unos nueve meses de retraso en el mejor de los casos) y se puede coleccionar (los cómics originales alcanzan mayor valor en el mercado coleccionista).